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Andrés Cepeda cumplió su promesa y llenó por primera vez El Campín

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El reloj marcaba las 8:30 p. m. cuando el frío bogotano empezaba a calar en los huesos luego de haber escuchado a la banda colombiana TIMO. Dentro del Estadio Nemesio Camacho El Campín, las graderías se llenaban poco a poco y el ambiente vibraba con la expectativa de un público que no dejaba de gritar su nombre: "¡Cepeda, Cepeda!". Hacia las 9:30 p. m. ya no se veía un solo espacio libre en las graderías, las luces aún apagadas contribuían al suspenso.

El escenario rompió el silencio con una cuenta regresiva proyectada en las pantallas. El público, en sincronía, se unió a cada número. Luces rojas comenzaron a destellar, y al llegar al cero, un estallido de euforia recorrió el recinto.

A las 9:35 p. m., Andrés Cepeda emergió en el escenario, guitarra Gibson en mano. Su figura, envuelta en un elegante abrigo negro y pantalones brillantes, se completaba con sus inconfundibles gafas oscuras redondas. Cada acorde que tocaba parecía latir en el pecho de los asistentes, como si el corazón de Bogotá se hubiera despertado al compás de su música.

Inició con ‘Por primera vez’, mientras en las pantallas se desplegaban visuales que retrataban la esencia de Bogotá: el icónico letrero de los buses de la capital, el Santuario Nuestra Señora del Carmen, la Plaza de Bolívar y las coloridas calles de La Candelaria. Andrés, proyectado en un bus antiguo que recorría la ciudad, parecía invitar al público a un viaje nostálgico lleno de memorias urbanas. El público, envuelto en la atmósfera de la canción, vivió esos primeros minutos con intensidad. Las parejas, tomadas de la mano o abrazadas, dominaban el espacio, fusionándose con las voces de miles y miles que coreaban al unísono.

Cepeda prosiguió con ‘Una enfermedad de ti’, envuelta en un collage visual que transformó a Bogotá en un paisaje onírico: un cielo azul radiante, mariposas moradas revoloteando y un sol que parecía acariciar los cerros de la ciudad. La energía del público se mantenía intacta mientras, canción tras canción, las imágenes de la capital evolucionaban. La Torre Colpatria, los emblemáticos cerros y otras infraestructuras icónicas de Bogotá sirvieron como fondo para ‘Quién me puede prohibir’, un tema que marcó el momento en el que el cantante, emocionado, dirigió sus primeras palabras al público.

fuente:eltiempo.com

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